Frank Salinas

Redacción: ExpRojo

Desde que Lorraine perdió a su hijo no cesa su demanda de justicia.

Madre de Frank Salinas Para Lorraine el tiempo se ha detenido y no quisiera volver a padecer aquel domingo 22 de julio de 2002, día en que una bala en la cabeza terminó con la vida de su hijo mayor, Frank Salinas, quien apenas tenía 24 años cuando regresaba de un fin de semana de paseo con sus primos y un auto en movimiento le disparó sin motivo aparente, mientras circulaba por las calles del Valle de San Fernando, al norte de Los Ángeles, California.

“Me parece que fue ayer, siento como si estuviese soñando, eso no debió haber pasado”, relata su madre con la voz entrecortada.

Frank, quien venía en el asiento de atrás, fue trasladado a un hospital de la ciudad. Pero a las pocas horas murió. La policía logró detener al cómplice del asesino, quien viajaba en el asiento de pasajero; sin embargo, el chofer, el que jaló del gatillo, todavía anda suelto. “Sé que Dios nos pone aquí por un motivo, pero es muy difícil, yo no entiendo.” Para Lorraine, parte de su vida terminó cuando se apagó la de su hijo, y en repetidas ocasiones se ha preguntado por qué no fue ella la que falleció.

“Para mi otro hijo ha sido muy difícil, esto ha destrozado nuestras vidas”, comenta un poco más tranquila. “A él no le gusta hablar de esto, estamos distanciados.”

En busca de consuelo

Justamente es el silencio lo que ha motivado a Lorraine a contar su historia, a buscar consuelo dando consuelo a otros. La foto de Frank ha estado en espectaculares en la ciudad de Los Ángeles con la esperanza de que alguien logre delatar al asesino.

El caso de Frank, aunque está clasificado como homicidio, no ha sido catalogado para recibir una recompensa, de acuerdo con la Fundación Carolo Sund-Carrington, organización no lucrativa que desde su creación en 1999 ha aportado más de tres millones de dólares para dar con la captura de los asesinos de crímenes violentos en el estado de California.

No todos los casos criminales son viables para establecer una recompensa, ya que las autoridades deben agotar todos los medios antes de ofrecer dinero; de acuerdo con la experiencia de este grupo, en tan sólo 10 por ciento de los casos se logra resolver crímenes y en ocasiones es el dinero el que mueve a personas sin escrúpulos a dar información falsa sobre algunos casos, de acuerdo a la Fundación.

Dolor de vida

En medio del dolor, Lorraine encontró un poco de paz y serenidad para decidir si quería alargar la vida de varias personas donando los órganos de Frank.

“Su corazón, él tenía un corazón muy grande, le gustaba ayudar a todos”, dice Lorraine. También donó su hígado y sus córneas. Comenta que aunque nunca lo conversó con sus hijos, está segura de que eso es lo que él quería. “Le gustaba ayudar a los demás, por eso doné sus órganos”.

A pesar de que no conoce a los benefactores, siente consuelo al saber sobre todo que el corazón de Frank late en el cuerpo de un hombre a quien le devolvió prácticamente la vida, y no descarta la posibilidad de conocerlo algún día.

Esta valiente mujer también se ha fortalecido en su pesar para ayudar a otras madres como ella. “Uno sabe, pues ha estado en sus zapatos”. Esto, sobre todo a las que por primera ocasión comparten el vacío, la culpabilidad, el miedo, la tristeza, la desesperación, la soledad que significa perder a un hijo.

A pesar de que no ha perdido la fe y asegura que es precisamente ésta la que la ha mantenido, no ha asistido a la iglesia en algún tiempo; incluso se ha preguntado por qué Dios le manda esta pérdida. “Yo tengo amigas con las que hablo, yo ayudo a otras madres que han perdido a sus hijos más recientemente”.

Es muy triste porque muchas madres no saben lo que hoy en día hacen sus hijos, no saben que tal como se visten puede significar si pertenecen o no a una pandilla.

“Me da tristeza ver cómo ha habido unos pequeños que son víctimas de la balacera de pandilleros y a éstos no les importa”, dice Lorraine. De ahí que vaya como voluntaria a dar pláticas a algunas escuelas. Ella, junto con otras madres, habla de la gran pérdida de sus hijos, del dolor de la familia.

Su historia no es diferente a la que viven muchas madres. Tan sólo en Los Ángeles alrededor de 117 jóvenes fueron victimas de riñas entre pandillas en 2006, según datos de las autoridades policíacas. Muchos inocentes se encontraron en el fuego cruzado en la lucha por dominar un territorio. De ahí que una vez al mes se reúna con otros padres de familia que han pasado por la misma pesadilla que ella tras perder a un hijo.

Además, Lorraine espera que los jóvenes para los que imparte pláticas logren meditar sobre las consecuencias que puede traer un momento de falsa valentía para demostrar su hombría.

El asesino anda suelto

Aunque cada mañana ella comienza el día llena de optimismo, su calvario es saber que el asesino de su hijo todavía anda suelto y que aunque su cómplice está tras las rejas, siente impotencia por no haber podido ablandar su corazón con sus lágrimas. Sobre el nombre de quien lo acompañaba dice: “Aunque lo detengan y le den la pena capital, sé que eso no va a traer a mi hijo de regreso, pero me da impotencia”.

Su consuelo es recordar la sonrisa de Frank, sus abrazos, sus besos. “El era tan cariñoso, siempre llegaba a la cocina y decía ‘qué vamos a comer’, y comenzaba a picar. Yo le contestaba ‘todavía no está listo’. Y él me decía ‘Mom, I Love You’. El y yo hablamos mucho como amigos, sabía que yo lo apoyaría en todo y que estaría con él siempre”.

En sus pensamientos y su amor de madre todavía están unidos. Y como muestra de ello el tatuaje que lleva al hombro donde Frank solía recostar su cabeza y dejarse sentir seguro y protegido como cuando era niño.

Si tiene información sobre este caso que ayude a la captura de la persona que disparó el gatillo en contra de Frank Salinas por favor comuníquese con Lorraine Vargas al 626-417-9673 o comunicarse a la estación de policía de su área.

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